????????… ¿???? ???́? ?? ???????? ?? ??? ????????́?
¿Alguna vez has tenido una discusión con alguien de la que ambos habéis salido heridos? ¿Y cuando pocos minutos después repasas en tu mente lo ocurrido y cómo lo has gestionado, te das cuenta de que podrías haberlo hecho mucho mejor y haber evitado herir a esa persona?
Equivocarse es un derecho de los seres humanos, y a mi modo de entender, forma parte de nuestro aprendizaje, de nuestra evolución como seres que somos recorriendo el camino de la vida. Pero, si una vez que tomas consciencia de que te has equivocado, lo dejas estar ahí, ¿de qué te ha servido entonces? ¿cuál es el aprendizaje?
Yo lo tengo claro, por difícil que pueda resultar en ocasiones (por una cuestión de orgullo o por exaltación de tu ego u otro motivo) darte cuenta de que cometiste un error es una oportunidad valiosísima para primero, reflexionar qué te llevo a cometerlo (una creencia, un arrebato, tu ego…) y segundo, para reparar los daños ocasionados (lo cual incluye pedir perdón a quienes sufrieron las consecuencias).
Realizar lo primero, te va a ayudar a cuestionar creencias que aunque pueden estar muy arraigadas en ti, pueden ser absurdas e inútiles, ni siquiera nuestras, sino implantadas por agentes externos como tus padres, educadores, la cultura, normas, las costumbres sociales….
Y realizar lo segundo, te va a ayudar a sanar tu propia herida, a darte cuenta de que eres capaz de corregir tus errores, aprender de ellos y avanzar en tu evolución. Además, pedir perdón es un acto de sanación para tu alma que te hace sentir mejor contigo mismo.
Entonces, discutir, ¿para qué? Es evidente que lo mejor es evitar las discusiones, pero si esta tiene lugar, al menos, que sirva para algo positivo…