¿Qué hago para tener un peso saludable y vivir muchos años con salud?

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Hace unos días, en una sesión con un cliente con sobrepeso, conversamos sobre el hambre fisiológica y el hambre emocional y qué las diferencia. Esto me recordó una conferencia que di en el 2017 y cuyo resumen comparto a continuación.

Si eres una persona que se preocupa por tener un peso óptimo y gozar de buena salud, es importante que conozcas el significado de cada tipo de hambre para que puedas identificar cómo comes en tu día cotidiano, para que tomes consciencia de cuál es tu relación con la comida y, en función de esta, actúes de un modo o de otro para disfrutar de un peso, un cuerpo y una mente saludables, lo que sin duda alguna te aportará mayor bienestar y felicidad.

Para mi existen dos tipos de hambre:

  • la fisiológica (o biológica): necesario para garantizar la supervivencia. Nútrete: toma alimentos que te nutran (no procesados que no aportan nada), lo más naturales que te sean posible, de temporada, de kilómetro cero. Como decía Hipócrates “Que tu alimento sea tu medicina”.
  • y la emocional (o psíquica): en la que se come por comer, sin hambre física real y, normalmente para obtener una satisfacción inmediata (y perecedera al muy corto plazo) y suplir carencias en algunas áreas de nuestra vida a las que me referiré más adelante.

Dan Buettner es un explorador, National Geographic Fellow, galardonado periodista y productor, y un autor superventas del New York Times. Dirigió un estudio científico en colaboración con una variedad de expertos, incluidos antropólogos, historiadores, dietistas y genetistas, y descubrió los cinco lugares del mundo, apodados Zonas Azules, donde las personas viven la vida más larga y saludable del planeta. Estas poblaciones tenían en común que en ellas vivían personas centenarias que practicaban una serie de hábitos saludables a diario, que les aportaban un cuerpo físico, mental y emocional saludables hasta prácticamente el final de sus días, cubriendo satisfactoriamente algunas áreas de su vida que consideraban vitales. Estas son siete:

  • Alimentación sana: tomaban productos lo más naturales posibles, que les aportaban los nutrientes y energía necesarios.
  • Propósito de vida claro: Tenían un propósito de vida, cada día al levantarse, que les daba felicidad (la gente no se quejaba de hacer lo que hacían).

Esto nos lleva a la siguiente reflexión: haz todo lo que esté de tu mano para trabajar en lo que te guste, y si no es posible, entonces positiviza tu actitud todo lo que puedas.

Tener un trabajo que no te gusta o no aplicar una actitud positiva al respecto, generalmente nos hace sentir infelices, personas frustradas por no poder hacer lo que queremos, exentas de libertad…. y esto nos lleva a empezar a adoptar hábitos perjudiciales para nuestro organismo (comer descontroladamente, fumar, beber alcohol, drogas, …)

Piensa pues: ¿qué te hace llegar a casa y comer compulsivamente?, ¿qué te ha pasado ese día en tu trabajo o en tu día para que actúes así?

  • Actividad física: No hacían deporte como nosotros lo entendemos actualmente (ir a un gimnasio, practicar ciclismo o atletismo …), sino que tenían su vida organizada de tal manera que hacían actividad física de baja intensidad de forma regular. Caminaban, montaban en bicicleta para desplazarse de un lugar a otro, subían y bajaban muchas escaleras, cultivaban la huerta o cuidaban de sus jardines, y en definitiva, eran personas activas hasta el final de sus días, no había sedentarismo ni horas de sofá. Llevaban una vida activa.

¿Sabías que practicar regularmente, al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico 3 veces al día surte los mismos efectos que el mejor antidepresivo?

  • Espiritualidad: Estaba presente en sus vidas. Estaban con ell@s mism@s un rato al día, ya sea haciendo meditación, alguna reflexión constructiva sobre cómo había ido el día, una comida consciente (mindful eating), … En definitiva, se trata de pasar un rato centrado en nosotr@s mism@s, en el momento presente, en el aquí y en el ahora para experienciar la vivencia en su máximo esplendor.
  • Mantenían unas relaciones familiares y sociales sanas: que nos sumen, que no sean tóxicas. Es muy saludable dedicar una parte del día a la familia, o a amig@s cercanos, o a seres queridos para compartir lo acontecido en el día y dar y recibir amor. Tod@s queremos sentirnos amad@s y esto nos da fortaleza mental mejorando nuestra autoestima. Muchas personas tienen hambre de amor.
  • Tenían contacto regular con la naturaleza y tomaban el sol: Diez minutos de sol al día nos aportan la vitamina D que necesita nuestro organismo.
  • Valoraban las pequeñas cosas: Apreciar las cosas buenas de cada día, por pequeñas que puedan parecer, marca la diferencia en nuestra actitud ante la vida y envía un mensaje positivo al universo que será respondido con la abundancia, pues observaremos que cada vez nos pasarán más cosas buenas.

El objetivo, más que perder peso, debe ser llevar una vida saludable (aunque hay casos en los que esto conlleva perder algunos kilos). Así conseguiremos ser más felices.

Además de todo lo anterior, algunas recomendaciones adicionales para conseguir un peso saludable que a mí y a otras muchas personas nos fueron bien, son:

  • Identificar nuestras creencias limitantes y sustituirlas por creencias impulsoras: Por ejemplo:
    • Creencia limitante: «No se deja comida en el plato»
    • Creencia impulsora: «Voy a llevar una vida saludable»
  • Cambiar cierto lenguaje relacionado con la comida: Cambiar la manera en que nos hablamos a nosotr@s mism@s acerca de la comida: Por ejemplo:
    • ¿Qué decirnos si estamos ante un alimento al que calificamos de «irresistible«? Al darle una cualidad al alimento, le estás dando poder y fuerza en tu mente consiguiendo que su deseo por comerlo reverbere más en tu cabeza. En cambio, si te dices «¿cómo me puedo resistir ante este tipo de alimentos?» o «¿qué puedo hacer para evitar la influencia que ejercen en mí este tipo de alimentos?» cambia el efecto en nuestra mente y damos fuerza a la acción de actuar para resistirnos, y no al alimento irresistible.
    • También se puede tratar como creencia y cambiarla del siguiente modo por ejemplo:
      • Creencia limitante: «No me puedo resistir a este alimento»
      • Creencia impulsora: «Yo decido comerme este alimento saludable hoy»
  • Observa tu pensamientos y el diálogo que mantienes contigo mism@: Transmuta el lenguaje negativo o que te perjudica, por otro positivo o que te fortalece emocionalmente. Y empieza a pensar, sentirte y actuar como un/una hombre/mujer delgad@ y saludable para que las células de tu cuerpo se vayan reprogramando de este nuevo estado mental. Toma consciencia de tu lenguaje (anótalo) y dite cosas bonitas al espejo.
  • Párate, obsérvate y descubre que causa/s están desencadenando que comas así: ¿Qué sentimiento hay? Y ¿cuál es la emoción que hay detrás de ese sentimiento?, ¿qué quiere transmitirte esa emoción?, ¿qué mensaje tiene para ti? Aprende a conocerte y a gestionar tus emociones.

Es increíble que sepamos muchas cosas del universo y pocas sobre nosotr@s mism@s. Puede ayudarte llevar un diario de alimentación donde anotes cada vez que te siente mal una comida (física o emocionalmente); o si te den ganas de comer, qué es lo que estabas haciendo, de qué/quién estabas rodead@, ¿te pasó algo fuera de lugar/ fuera de lo habitual? Lleva un diario de alimentos para tomar consciencia de lo que comes, de tu estado emocional y el entorno en el que lo has comido.

Cuando tengamos un antojo fuerte de comida, intenta pararte, meditar y preguntarte a ti mism@ qué me pasa, qué me está impulsando a desear este antojo con tanta ansiedad (a veces, encontraremos que es para premiarnos o para castigarnos por nolstalgia, soledad, miedos, estrés, etc…).

  • Acéptate a ti mism@ y a tus limitaciones: Permítete ser human@. No te juzgues. No se trata de controlar (lo que no controlamos nos frustra, nos molesta, nos provoca malestar…), pues es imposible controlar todo lo que nos pasa. De lo que se trata es de aceptar. Aceptar que si quieres sentirte bien física, mental y emocionalmente, necesitas observarte y trabajar varios aspectos de tu vida implantando algunos nuevos hábitos más saludables. Atención, aceptarte no es abandonarte a lo que venga, sino integrarlo y sacarle el máximo partido.
  • Haz un contrato contigo mism@ para comprometerte a llevar una vida saludable: Nadie dijo que fuera fácil. Lo que sí te aseguro es que es posible siempre que te lo propongas en serio, te responsabilices de tus acciones y seas perseverante. El proceso puede resultar más o menos largo, pero la recompensa hace que merezca la pena emprenderlo.

Siempre adelante y con mucho ánimo!!!

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